
UNA CIVILIZACIÓN MODERNA…’A MEDIDA’
Rafael Castro Fuentes. Académico de la Real Academia de Medicina de Canarias.
Desde los albores de los tiempos, los seres humanos han emprendido una serie de esfuerzos para facilitar su supervivencia colectiva y mejorar su bienestar. Y así, no sin numerosos obstáculos, la humanidad finalmente ha llegado a un sistema que parece resistir la prueba del tiempo: la civilización moderna.
Después de siglos de caza y recolección, algunos grupos nómadas comenzaron a experimentar con el sedentarismo como forma de vida alternativa. Como los asentamientos permanentes requieren un flujo constante de recursos, esto condujo al desarrollo de la agricultura y la domesticación de plantas y animales como forma de satisfacer la demanda de alimentos. A medida que el sedentarismo agrícola creó un mayor excedente de recursos y permitió mayores posesiones, facilitó a sus ciudadanos avanzar hacia ‘tareas de nivel superior’ como la búsqueda del arte y el conocimiento. Mientras tanto, este cambio de enfoque también condujo a la división del trabajo, que facilitó enormemente los intercambios, el desarrollo del sistema de escritura, el sistema monetario, el sistema de transporte y, en última instancia, el sistema político de ciudades y estados. Con la revolución industrial nació una nueva ola de especialización del trabajo. La creación de fábricas y el perfeccionamiento del sistema de producción condujeron también a un mayor crecimiento y producción económica. A medida que las tecnologías avanzan y el mundo se vuelve cada vez más interconectado, nace una civilización globalizada. Esto dio lugar a una serie de innovaciones revolucionarias que nos permiten extraer más recursos de lo que antes era posible.
En la superficie, la historia de la civilización moderna ha sido la del progreso, pero debajo de ese progreso también hay un sistema coercitivo de estilos de vida, reglas y reglas tácitas que nos impiden realizarnos plenamente. El cultivo y consumo de cosechas y productos animales, junto con un estilo de vida generalmente más sedentario, ya han contribuido a cierto nivel de degeneración física. A medida que los humanos se desplazaban de la naturaleza a las viviendas, sus actividades se fueron limitando cada vez más a espacios estrechos. A medida que el trabajo se fue dividiendo y especializando cada vez más con el tiempo, esto dio lugar a una nueva clase de ciudadanos que dependen en gran medida del sistema para satisfacer sus necesidades básicas. A medida que nuestro suelo fue reemplazado cada vez más por superficies planas y duras, fue necesario el desarrollo de zapatos cómodos, lo que provocó la atrofia de los huesos y músculos alrededor de nuestros pies. A medida que aumentaron nuestros estándares de higiene, también lo hizo nuestro miedo a las bacterias. Esto nos llevó a vivir y operar en entornos artificialmente limpios, a costa de alterar nuestra diversidad microbiana y comprometer nuestro sistema inmunológico.
Y con la llegada de la tecnología y la revolución de la información esta tendencia se hace cada vez más evidente. Por ejemplo: a medida que más corporaciones continúan prometiendo beneficios financieros y seguridad, las personas se vuelven más inclinadas a trabajar para ellas, incluso si eso significa sacrificar gran parte de su tiempo y anhelo, lo que potencialmente resulta en estrés, falta de sueño y ansiedad. A medida que las ciudades continúan desarrollándose y expandiéndose, aumenta la contaminación del aire, el agua y la tierra.
Mientras tanto, los edificios más altos siguen obstruyendo el paisaje, lo que reduce aún más la habitabilidad del entorno. A medida que mejora el acceso a alimentos de bajo esfuerzo y muy sabrosos, las personas comienzan a pasar de una dieta tradicional a alimentos poco diversificados y altamente procesados, muchos de los cuales desempeñan un papel clave en el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y la obesidad. A medida que aumenta nuestra dependencia de Internet y de los teléfonos inteligentes, nos vemos cada vez más confinados a las pantallas y a la inmovilidad, lo que contribuye aún más a la atrofia a nivel físico, mental y cognitivo. Con el avance de las tecnologías y la amenaza de enfermedades y el terrorismo, estamos cada vez más sujetos a la recopilación y vigilancia de datos personales por parte de gobiernos y empresas, todo lo cual obstaculiza nuestra libertad y privacidad.
En general, la civilización humana ha sido un notable motor de progreso, y algunos de los logros más increíbles incluyen, entre otros: 1) Un aumento histórico del comercio, de las innovaciones y de la esperanza de vida; 2) Un refinamiento histórico en infraestructuras. Sin embargo, también empezamos a perder de vista lo que somos como especie, ya que hemos conseguido no tener un punto de referencia con el cual comparar.
En todo caso, la historia de la humanidad hasta ahora ha tratado principalmente de cómo ejercer cada vez más control sobre la naturaleza, al tiempo que se vuelve cada vez más dócil y menos autosuficiente a escala masiva: una trampa del progreso. De hecho, en promedio, nos estamos volviendo más débiles física, mental y espiritualmente, y estamos menos en sintonía con nuestro entorno. Claro, puede ser que hayamos domesticado nuestro paisaje para promover un mejor transporte y comercio (y para descartar depredadores, conflictos y peligros naturales) pero la realidad es que esto es menos una demostración de poder que una humanidad en auto-subyugación y auto-confinamiento.
Y con nuestro rápido desarrollo en tecnologías, esta es una tendencia que podemos esperar que continúe: nos volveremos cada vez más dependientes de soluciones que requieren tecnología o el aporte de una industria, a costa de nuestra propia autosuficiencia. Obviamente, la humanidad ha recorrido un largo camino desde la era prehistórica, y nuestra civilización ha desempeñado un papel clave en el avance hacia un mundo más eficiente. Esto significa que, nos guste o no, muchas de nuestras prácticas han llegado para quedarse. Sin embargo, sería una tontería rechazar tanto lo que la civilización moderna nos ofrece como aceptar todos los intentos de domesticación a los que hemos sido sometidos; por la sencilla razón de que pueden impedirnos vivir una vida alineada con nuestra verdadera naturaleza.
UNA CIVILIZACIÓN MODERNA…’A MEDIDA’
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Enhorabuena por el artículo Dr. Castro.
Que maravilla de artículo, un gran trabajo. e investigación…mis felicitaciones …
que gran trabajo e investigación…mis felicitaciones por el artículo…